Cada vez que le digo “SI” a un viaje desato una metamorfosis interna que involucra cuerpo y alma. Me vuelvo más ansioso, empiezo a mirar calendarios y a analizar mapas. Surge ese sentimiento de felicidad que nace desde la boca del estómago y sube por la columna sentenciando la fortuna de un peregrinaje que se avecina. Es el momento de partir, de cargar la mochila con nuevas posibilidades.

La Patagonia siempre fue un lugar especial en mi vida. A los cinco años tengo el recuerdo de mis primeros pasos en estas tierras. Mi memoria inmortalizó la imagen de mi papá parando el auto en medio de la ruta y tirando una moneda al aire para decidir si íbamos a vacacionar en Mendoza o Bariloche. Lo curioso de esa anécdota es que después de haberle rendido culto al azar en tierras vitivinícolas, insistimos en bajar por la Ruta 40 para conocer la poética geometría del pueblo barilochense, que se transformó en mi primer amor en materia de viajes. Recorrimos más de 5 mil kilómetros en un Renault 21 que fue cómplice de este despertar como viajero. Luego del bautismo en la nieve, vinieron muchos más inviernos disfrutando de las postales desoladoramente impactantes que tienen nuestras tierras del sur. Años más tarde las visitas a Bariloche dejaron de ser esporádicas porque decidí mudar mi casa a la montaña. Vivir en este rincón del planeta no sólo me permite disfrutar de la energía de la madre tierra, sino que además me transforma en habitante de una de las regiones más hermosas del planeta con un patrimonio natural y cultural que pide a gritos ser explorado. Y por algo hay que empezar.

El objetivo de este primer periplo será recorrer parte de la región. ¿Cuál es el no-plan? Bajar por la Carretera Austral en Chile hasta los campos de hielo y fiordos del sur del continente para luego volver a Argentina y conocer el Chaltén y su imponente cerro Fitz Roy, bajar hasta el Calafate y cruzar nuevamente a Chile para experimentar la famosa “W” en Torres del Paine, considerada por muchos viajeros como el mejor trekking de América. ¿La tripulación? Un venezolano, un brasilero y un argentino. ¿Cómo lo vamos a hacer? Con amor, dos carpas y tres mochilas cargadas de sueños. ¿El objetivo? Construir futuros recuerdos y honrar la sabiduría que regala la montaña.

Nos esperan acantilados, glaciares, lagos, bosques milenarios, cascadas y fuertes vientos. De ambos lados de los andes vamos a atravesar enclaves que desbordan en esplendores precordilleranos minados de historias y revelaciones. En vísperas de un viaje por los andes no encuentro mejores palabras que las utilizadas por el escritor Charles Dudley Warner que un día sentenció: “No hay momento de mayor dicha en cualquier peregrinaje que el comienzo del mismo”. Con 29 años recién estrenados, me siento muy afortunado por dar comienzo a una nueva etapa en la ruta que se nutrirá de este zigzagueo entre países hermanos. Los vecinos sean unidos. Un nuevo capítulo comienza y ya siento ese cosquilleo que me agarra siempre que estoy por ponerme la mochila al hombro abriendo el telón de un nuevo caminar por el mundo.

Los hermanos sean unidos

Vísperas de un cruce andino

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Viajar es un arte, y como en toda disciplina que involucra al alma, la inspiración aparece en una suerte de oleadas que tienen que ver con el lugar visitado y con el momento anímico que atraviesa el viajero. Cuando la química ocurre se genera un quiebre en la mente del espectador que transforma su forma de concebir la vida. Es el momento en el que la alquimia rutera te hace uno con el camino.

Es sorprendente como cada vez son más las personas que hablan de su viaje al noroeste argentino como el del “antes y el después”. Hoy te comparto mi experiencia en estas tierras a través de sensaciones expresadas en palabras e imágenes. Sin soslayar las interpelaciones que pueda generar la travesía en tus pies, te presento al norte del país como el lugar que transforma drásticamente la vida de quien decide recorrerlo. Y no hablo de metáforas ni de clichés, me refiero a cambios radicales de los que dan fe todos los que hayan explorado alguna vez estas tierras.

El viaje al noroeste argentino abrió una puerta que nunca más pude cerrar


Una región hecha de colores

El noroeste argentino o NOA está hecho de coplas, pueblos de adobe, yungas, salares y volcanes. Sobre todo está hecho de matices. El contraste y la fusión de colores minerales (que son muchos más que siete) generan el asombro permanente junto al folklore y las auténticas tradiciones de los pueblos originarios que habitan la región. Lejos de de la lógica urbana, los descendientes de memorias quechua, calchaquí y diaguita, se transforman en anfitriones de la trashumancia de mochileros que anualmente recorren sus áridos caminos.

La perfección hecha árbol en Purmamarca, Jujuy

Mirador de Maimará, Jujuy

Esquina de Purmamarca, Jujuy

El viaje al norte despierta un interés genuino por acercarse a la gente y esta interacción nos hace replantear nuestra forma de vivir. El cambio de paradigma se genera inevitablemente al conectar con el estilo de vida de los pobladores del altiplano.

Además del factor humano y de los colores representados en diferentes estratos geológicos, esta región tiene como protagonistas a los cielos. Aquí las nubes parecieran estar más cerca que en ninguna otra parte del mundo.

Pueblo de Coctaca, Jujuy


El gran dilema de la frontera

Formado por las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, y Santiago del Estero, el NOA en los últimos años se transformó en la meca mochilera y en el viaje que antecede al gran recorrido por toda Sudamérica. Los itinerarios más comunes incluyen las localidades de Tafí del Valle, Amaicha del Valle y Cafayate, atravesando los Valles Calchaquíes hasta llegar a la Quebrada de Humahuaca que nos detiene (mentalmente) en la frontera con Bolivia. En ese límite geográfico, el viajero vacacional se encuentra frente a todo un continente que lo seduce y lo envuelve en el gran dilema rutero que se despierta en tiempos de regreso.

Antigua estación de tren de Yala, Jujuy

Buses que conectan Humahuaca (Jujuy) con Iruya (Salta)


Pacha es tierra y mama es madre

Recorrer estas tierras es un preludio que nos acerca a la noción interconectada del Todo y al culto a la Pachamama. Es común ver en las calles a personas haciendo challas, un rito ancestral de agradecimiento, que representa esta simbiosis entre el hombre y la naturaleza.

“Dicen los indios: ¿Que tiene dueño la tierra? ¿Cómo así? ¿Cómo se ha de vender? ¿Cómo se ha de comprar? Si ella no nos pertenece, pues. Nosotros somos de ella. Sus hijos somos. Así siempre, siempre. Tierra viva. Como cría a los gusanos, así nos cría. Tiene huesos y sangre. Leche tiene, y nos da de mamar. Pelo tiene, pasto, paja, árboles. Ella sabe parir papas. Hace nacer casas. Gente hace nacer. Ella nos cuida y nosotros la cuidamos. Ella bebe chicha, acepta nuestro convite. Hijos suyos somos. ¿Cómo se ha de vender? ¿Cómo se ha de comprar?”
EDUARDO GALEANO, Memoria del Fuego


Representación de la Madre Tierra en Amaicha del Valle, Tucumán

Los colores vivos son protagonistas en todas las representaciones gráficas de la madre Natura. Lo impactante es ver cómo esa paleta de matices replica también en los cementerios. La concepción de las necrópolis aquí es diametralmente opuesta a la esperada. Las tierras duras y estériles custodian las coloridas tumbas de los pobladores que abandonaron este plano terrenal.

Cementerio de Maimará, Jujuy


Consecuencias de un viaje bisagra

De un viaje bisagra nunca se vuelve, y el retorno físico esconde un anhelo constante de querer regresar al tiempo que generó la poética cicatriz en el alma. Este tipo de experiencias producen fuertes movilizaciones internas, que en la mayoría de los casos sirven como el empujoncito que estaba faltando para hacerle caso a los gritos del corazón.

Para mí el viaje al norte fue como un hechizo que me permitió empezar a entender el modo de vida que quería llevar y despertó mi interés por recorrer todo el continente. Luego de aquellos quince días de vacaciones en el altiplano nunca más volví a ser el mismo, y al regresar a Bs.As advertí que algo nuevo en mí había nacido. Intenté por un tiempo hacerme el distraído, pensando que en algún momento esa llama se iba a apagar, pero ocurrió todo lo contrario. Mis ganas de viajar por tiempo indefinido aumentaron, hasta que decidí hacer mi primer microviaje de nueve meses por seis países de Sudamérica. Ahí comprendí mucho más acerca del sentimiento que nació aquel 15 de enero cuando tuve que regresar de las vacaciones al NOA.

Hoy los caminos me llevaron a estar viviendo en uno de mis lugares en el mundo, la Patagonia argentina. Los viajes siguen presentes porque acá la vida es movimiento. El 2016 viene cargado de nuevas rutas y proyectos con corazón, y todo eso se lo debo al Año Viajático.

El viaje al norte me permitió conectarme con la hospitalidad de los pueblos de los Andes, pero sobre todo me permitió conectarme con lo más profundo de mi esencia. Las revelaciones de los viajes bisagra nos bendicen con la claridad interna, pero nos condenan con la puesta en práctica. Hacerse cargo de lo que dicta nuestra conciencia es el primer paso para empezar a crear nuestro destino.

Buenos viajes, microviajes y revelaciones para todos!


El viaje bisagra

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Viajar multiplica de manera exponencial las posibilidades de vivir situaciones que ameritan el título de Anécdota. Cuando estamos en movimiento, cada día se trasforma en único y cada experiencia viajera en trascendente. Pero hay anécdotas que marcarán al viajero de por vida por tener un contenido fuera de lo ordinario.

Hagamos juntos este ejercicio: escribamos en una hoja los primeros recuerdos de viajes que vengan a nuestra mente y que tengan que ver con hechos o situaciones inusuales. Probablemente muchos de nosotros hayamos escrito historias que sobreviven a todo tipo de formateo. Yo dividí mi lista en tres partes; primero clasifiqué las anécdotas inolvidables como: nadar de noche con Fitoplancton, caminar por el cráter de un volcán activo, subir a una de las montañas que está más cerca del sol y al lugar donde menos pesamos en la tierra, dormir en la cima de una de las formaciones geológicas más antigua del planeta, ver el amanecer en un oasis en medio del desiertoconocer uno de los tres pueblos del mundo donde la gente vive hasta los 130 años, parar un huevo en un clavo sobre la línea del Ecuador, entre otras. 

La segunda clasificación tiene que ver con historias polémicas que viví como por ejemplo: situaciones de robo, presenciar la escena donde un chico casi prende fuego a otro rociándolo con nafta por temas pasionales, tener que salir corriendo desesperadamente por un enjambre de miles de abejas que nos sorprendió en las ruinas de Pisac en Perú,  y dejemos de contar (por suerte). 

Pero la ruta obliga a generar un tercer tipo de anécdotas que categorizaría como bizzaras. En mi caso esta distinción la descubrí cuando, alojado en un hostel en Bogotá, un productor del canal Caracol TV me convocó junto a un grupo de viajeros a trabajar como extra en la novela del prime time de la televisión colombiana, llamada La Selección.

El lugar del rodaje era Villa de Leiva, un pueblo ubicado a tres horas al sur de la capital del país cafetero. Este sitio había estado en mi itinerario tentativo por Colombia, pero lo descarté ya que exigía desviarme mucho de la ruta que iba en dirección norte hacia el mar Caribe. Una vez más el viaje me demostraba que el no-plan era el mejor de los planesLos viajeros seleccionados para participar del evento éramos veinte, en su mayoría de origen europeo. Las indicaciones que nos había dado Leonardo (el productor) era que estuviéramos preparados a las cinco de la mañana del día siguiente en la puerta del hostel. Una camioneta nos pasó a buscar y, cual estrellas de cine, viajamos por las rutas colombianas hasta llegar a Villa de Leiva, un poblado colonial declarado monumento nacional en 1954 que posee una de las plazas más grandes de Sudamérica.
Plaza principal de Villa de Leiva, Colombia

La serie La Selección recrea al equipo de fútbol colombiano que se hizo famoso entre los años 1987 y 1993. En ese período de gloria, el grupo se consagró con grandes logros como el regreso a un mundial después de treinta años de ausencia, ganar una copa Libertadores de América, conseguir contratos para jugar en clubes europeos y, sobre todo, crear una identidad en la manera de jugar. Los protagonistas de la novela son los cinco futbolistas que fueron figuras en esta selección tan respetada a nivel internacional: Carlos Valderrama, Freddy Rincón, René Higuita, Faustino Asprilla e Iván René Valenciano. Aunque no me guste recordarlo, este equipo es el que venció a Argentina por 5 a 0 en el estadio Monumental en el año 1993. La serie es muy famosa en Colombia y ganó varios premios en el ámbito local.
Los seleccionados para el bautismo actoral

La filmación se llevó a cabo en el Monasterio del Santo Ecce Homo edificado en el siglo XVII y declarado patrimonio nacional por su riqueza arquitectónica. Mientras el equipo de producción preparaba todo para el rodaje, las nuevas estrellas de la televisión colombiana fuimos recibidos con un completo desayuno para luego dar lugar a la prueba de vestuario. Nuestro papel, en este debut actoral, era el de jugadores de fútbol de un equipo italiano que presenciaban una misa en un pueblo de la Toscana. Las encargadas de vestuario, Sandra y Milena, no encontraron un talle de saco acorde a mi cuerpo; sin embargo no fue tan importante a la hora de grabar la escena ya que todos los extras aparecíamos sentados escuchando la misa y ningún televidente podría notar las desproporciones que en las siguientes imágenes quedan en evidencia.

Prueba de vestuario. No había buenos talles para mí :)

Maquillaje

En el medio el actor colombiano Omar Murillo, uno de los protagonistas
de la serie que interpreta al jugador Faustino “El Tino” Asprilla.

El rodaje de la escena, que tuvo que repetirse al menos quince veces, se trataba de la homilía de un cura romano en una misa presenciada por dos equipos de la liga italiana de fútbol. En un momento Omar Murillo, uno de los actores principales, se quedaba dormido y nosotros teníamos que reírnos de la situación. La escena parecía corta y sencilla, pero había que filmarla desde varios ángulos, por lo que el trabajo demandó más de tres horas en las que se intentó lograr la perfección que caracteriza a los profesionales detrás de cámara. Concluida la labor, nos permitieron recorrer el pequeño pueblo y, llegado el atardecer, emprendimos el camino de regreso a Bogotá donde nos agasajaron con una suculenta cena en el canal.

El director ultimando detalles
A punto de rodar

Este no fue un día como cualquier otro. Mi participación en el evento no cambió la trama de la serie, pero interpeló en forma directa la trama de mi viaje. El eco de mi risa quedó atrapado en algún rincón de la televisión colombiana y, probablemente, ningún televidente imagine que yo estaba ahí porque un día decidí perderme en la magia de los caminos. Los viajes, mirados en retrospectiva, dejan en evidencia ese bagaje de recuerdos que quedan perpetuados en el tiempo. No hay prisma económico que pueda actuar de filtro en este tipo de experiencias, donde la retribución tiene que ver más con el contenido onírico del minuto a minuto que con la inevitable paga.

Escribir mi lista de anécdotas me hizo tomar conciencia de cuán vertiginoso se vuelve el camino cuando uno empieza a caminar. El carácter invaluable de estas historias reestructura nuestro modo de apreciar la vida y, recordadas en el tiempo, parecen estar hechas del mismo material que los sueños.

Ser actor por un día me permitió conocer un rincón escondido del sur colombiano que no estaba en mi itinerario. Me enseñó también que por más que hagamos planes todo el tiempo, el universo ya tiene un plan para nosotros y que lo importante es estar atento a las señales que nos rodean.

Ser actor por un día

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“No me digas cuál es tu preparación académica, sino cuánto has viajado”. Todo viajero entiende instintivamente esta máxima. Los viajes largos, cuando se hacen a fondo y con esmero, no sólo imponen datos. Al sumergirnos en nuevas culturas se reconecta el cerebro permitiendo que la nueva información se integre a nuestro intelecto. Ya sea que camines por la cornisa de la formación geológica más antigua del planeta, duermas en el cráter de un volcán o encuentres un oasis en medio del desierto, viajar nos revitaliza, nos hace más listos y, lo más importante, nos vuelve más sabios. A continuación les comparto, según mi experiencia rutera, algunos de los rincones más hermosos del sur del continente americano.

Sorata (Bolivia)


Antiguo poblado ubicado al pie del nevado Illampu (6368  msnm), en un marco natural difícil de describir con palabras. Se trata de uno de los paisajes más impactantes del altiplano boliviano. Meca del senderismo, Sorata ofrece muchos atractivos naturales para visitar. Uno de los más representativos es “Las Grutas”, al cual se accede a través de un trekking de 3 hs de baja dificultad.  En mi opinión, uno de los mejores rincones de Bolivia para disfrutar del silencio andino rodeado de cumbres nevadas.

Uyuni (Bolivia)


Al sur de Bolivia se encuentra el salar más grande del mundo. Con sus 10.500 Kilómetros cuadrados, este escenario natural ocupa el primer lugar de las 25 nuevas maravillas del mundo seleccionadas por la prestigiosa revista británica Rough Rides. En época de lluvia se forma una capa de agua que crea el efecto “espejo” del cielo con la superficie. Al no verse los límites en los alrededores, y al ser tal la inmensidad dentro del salar, las pieles de gallina se manifiestan en todo aquel que se adentre en este desierto blanco. Se estima que contiene unos 10 mil millones de toneladas de sal y el 80 % del litio mundial.

Cañón del Colca (Perú)


Se accede desde la localidad de Arequipa, la joya colonial del sur del Perú. Es uno de los cañones más profundos del mundo con una grieta de 100 km de largo y paredes que llegan a los 3.400 m de altura. Es el hábitat por excelencia del cóndor andino.  Uno de los espectáculos más invaluables de la visita al cañón es el amanecer en el mirador donde se puede observar el vuelo de gran cantidad de cóndores.

Oasis de la Huacahina (Perú)


Conocido como el “Oasis de América”, se ubica en las proximidades de la localidad de Ica al sur de Perú. A primera vista parece un espejismo en medio de un desierto subtropical. Pero se trata de un escenario real, en el que se formó una laguna por el afloramiento de corrientes subterráneas. Con el paso de los años comenzó a crecer vegetación y se formó un pueblo a su alrededor. Se puede subir a las dunas y tener una hermosa vista del desierto y practicar deportes como sandboard.

Andenes de Moray (Perú)


Se trata de un laboratorio agrícola construido por los incas para recrear una serie de microclimas en donde sembrar una gran variedad de cultivos. Moray está ubicado a 62 km de Cusco y forma parte del circuito del Valle Sagrado de los Incas. 

Volcán Chimborazo (Ecuador)


Es el volcán más alto de Ecuador (6.310 msnm.). Considerado el punto más alejado del centro de la Tierra y el más cercano al sol (a pesar de medir más de 2000 metros por debajo del Everest). La explicación es que el diámetro terrestre en la latitud ecuatorial es mayor que en la latitud del Everest. Otro dato interesante es que nos encontramos en el lugar donde menos pesamos en la tierra ya que la fuerza de gravedad tiene una influencia menor que en otras latitudes.

Volcán Quilotoa (Ecuador)


La particularidad de este volcán ubicado al sur de Quito es que 800 años atrás entró en erupción y su estructura colapsó. Por acción de las lluvias en su cráter se formó un lago de 250 m de profundidad. Lo más curioso es que estamos hablando de un volcán que continúa activo. En algunos sectores del lago hay fumarolas. A pesar de esta condición, se pueden caminar sus orillas y hasta incluso pasar la noche en un sector de acampe.

Circuito de los 4 refugios patagónicos (Argentina)


Es probable que el vocablo Patagonia derive de los informes de los primeros europeos sobre los patagones: gigantes míticos de hasta 4,5 metros de estatura. Habitantes originarios de la región andina pisaron los mismos caminos que hoy podemos transitar para conocer los 4 refugios de montaña más visitados de la localidad de San Carlos de Bariloche. Un trekking de 5 días a través de la cordillera de los Andes nos permite conectar los Refugios Jakob (foto), Frey, Italia y López. Personas de todo el mundo viajan al sur de la Argentina para realizar esta odisea que posee una riqueza paisajística única en el planeta.

Salento (Colombia)


Colombia es el tercer productor mundial de café y la calidad de su producto es reconocida mundialmente. Salento es un pequeño pueblo ubicado en el eje cafetero en una hermosa zona montañosa. Calles angostas con casas salpicadas de colores dan vida a este rincón de los andes del país caribeño. Existen fincas de café, donde se puede conocer el proceso de producción y cosecha de la bebida y hasta incluso hacer voluntariados.

Valle de Cocora (Colombia)


Ubicado en la cordillera central de los Andes colombianos se encuentra este valle que alberga a la Palma de Cera, árbol nacional del país cafetero. Estas palmeras llegan a crecer hasta 60/80 metros de altura convirtiéndose en las más altas del mundo.

Tepuy Roraima (Venezuela)


El monte Roraima, es una de las veinte montañas en forma de meseta que pertenecen el Parque Nacional Canaima al sureste de Venezuela. Existía como tal hace dos mil millones de años en la era Precámbrica, cuando los continentes de África y Sudamérica se encontraban juntos formando un único continente llamado Gondwana. Esto la transforma en una de las formaciones geológicas más antiguas del planeta. La travesía de ascenso es una de las más famosas de América Latina que exige 7 días de trekking y la contratación obligatoria de un guía de montaña. La visita a este rincón del planeta fue sin duda una de las mejores experiencias viajeras de mi vida.


***

Viajar es mucho más que conocer lugares tan impactantes como los de este artículo. Yo pienso que son la excusa. El mejor paisaje de un país es su gente. Tomar conciencia de la inmensidad a través de escenarios naturales, nos hace más humanos, sobre todo nos aleja del carácter omnipotente inculcado desde que nacemos. 

Los rincones del planeta interpelan al viajero de distintas maneras. En la ruta cada caminar se transforma en único y toda forma de desplazamiento en válida. Lo importante es ver más allá de lo que se muestra. Nuestra madre es la tierra; ella es la que nos da de comer y la que nos va a comer. Cuidarla es respetarte a vos mismo y al de al lado. Sudamérica estuvo muy conectada con la naturaleza antes de la llegada de la Biblia y la espada. Mucho de ese conocimiento aún permanece en las comunidades originarias que habitan los rincones invisibles del camino. 

Viajar nos acerca, casi involuntariamente, a la noción interconectada del todo y sensibiliza los pies del caminante. Cuando se ven fotos y se leen relatos viajeros uno aprende, pero sólo comprende estando. Es por eso que AHORA es el momento para saltar a lo desconocido y comenzar a llenar el alma con historias que contar. Como decía Sábato: "Vivir consiste en construir futuros recuerdos". El pasado siempre estará presente. 

Buenos caminos, buenas memorias y buenas energías viajeros! A seguir rodando!

Rincones mágicos de Sudamérica

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Familia y amigos,

Me voy a la Patagonia! Hoy el viento sopla fuerte y mis pies gritan: SUR.

Me voy para alinear mi carrera profesional con mi carrera de vida, para desenchufarme de la pantalla y trabajar más cerca de la gente. Me voy para ponerme mi propia camiseta y para seguir cuestionando mis certezas.

Vuelvo a las rutas para salir de mi zona de confort, silenciar la mente y escuchar lo que el corazón aconseja en cada latido. Para seguir conociendo qué es lo que hace feliz a otras personas del mundo; para descubrir nuevos lugares y poder mirar con mayor retrospectiva nuestro limitado paso por la tierra. Porque la naturaleza es el lugar donde mi cuerpo se siente mejor, y la incertidumbre y lo desconocido me hacen vivir situaciones inesperadas que me alimentan de desafíos. Porque soy yo quien decide en qué lugar vivir. Porque todas las mañanas me levanto y pienso en viajes. Porque relacionarme con personas de distintas culturas  me sensibiliza el alma. Porque mi sueño es tener un hostel. Por sobre todas las cosas, vuelvo a las rutas porque entendí que el día de mañana estaré más decepcionado por las cosas que no hice que por las que si hice.

Vuelvo, porque mi cuerpo pide a gritos hipervivir.

La llama siempre estará encendida a pesar de no tener el día a día. Acá estoy en algún rinconcito del mapa para recibirlos y mostrarles una etapa más del camino hacia mis sueños. Guardo en mi mochila una parte de cada uno de ustedes y dejo acá una parte de mí; que los inspire, los ponga triste, los moleste o enriquezca. Pero sigo ahí, bien cerquita. Les deseo buenos caminos y que esta nueva vuelta al sol nos encuentre a todos bailando.

Ah me olvidaba! Los espero para comer con un rico vinito y un hogar a leña que alimente la calidez de la fiebre del reencuentro.

Los quiero mucho

Siempre para adelante!

Luki 


Carta de un viajero en PLAY

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No a quienes intentan hacer del amor un acto racional…

No a quienes alejan de su vida a aquellos que necesitan ayuda. No al perdón que no nace del corazón. No a la mentira justificada. No a la lástima. No al rencor. No al abandono.

No al - estoy cómodo acá, ya pasó mucho tiempo, mirá si intento algo nuevo y me va mal? - No al demasiado tarde. No al demasiado pronto. No al nefasto sentimiento de seguridad de aquellos que creen saber cuáles son las filosofías de vida respetables. No al ego. No al prejuicio. No al largoplazismo. No a la pérdida del asombro por lo simple. No a la rutina. No a la costumbre. No al - no me gusta lo que hago -

No a la tristeza crónica. No a la comodidad de la llanura. No a la sordera de los gritos del alma. No al intentar volver al lugar que nos hizo felices. No a la certidumbre. 

No al abandono de los caminos con corazón. No al permitir que nuestra brújula esté marcada por los deseos ajenos. No a la riqueza material. No al - y si hubiese… -

No a la negación. No al desasosiego. No al constante NO en tu vida. No a todo lo que te hace débil. No a la mala energía del subte. No al apuro. No a los pensamientos retorcidos. No a la conveniencia. No a la practicidad de la ausencia de sensibilidad.

Un NO no necesita justificación. Nace de uno porque sí, o porque no. Un NO, no se susurra, se grita como acto de dignidadNO, es el final de un capítulo.

Solo quien sabe sentenciar un NO, puede decir SI.

Ese NO es el faro que redetermina nuestro futuro…




NO AL MIEDO ☮

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Siento que cada lugar que visitamos nos cuenta cosas sobre nosotros. Cada rincón del mundo que conocemos, nos permite reconocernos. Acá les comparto lo que Colombia me contó acerca de mí… 

Cartagena de Indias

Popayán

Salento

Parque Nacional Tayrona

Pasto

Cali

Medellín

Taganga

Actores por un día. Villa de Leiva. Y Luki?

Bogotá

Barranquilla

Bogotá

Popayán

Valle de Cocora. Eje cafetero

Colombia me contó

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